domingo, 16 de enero de 2011

Hablé


El episodio perdido que a continuación encuentro y desprendo, prorrumpió con colapso de indecisión, gasto de aroma e inicios reprochables. Se extendió con un hipócrita toque erótico asqueroso, borroso esbozo, vacío en su visión cual piedra de negación negada, quimera cómodamente vista en la visión para ver lo irreal.

Respirar tu nombre y utilizarlo a placer, habitar tu desnudez y mirarte fluir… Sosiego.

¡A la mierda tus ojos, la distancia, y tu puta necedad, tu seno, tu vientre, tu sexo, tu falso amor siempre condicionado; quién lo trabajara y trabajará!

En ese espacio-vacío estúpidamente largo —por convicción y vanidad— aprendí que la mierda que cagas siempre habla de ti.